Laura miraba la inquietante fotografía de la tía abuela Gwen. Era una imagen en sepia, tomada frente a la casa de la familia, en el campo. La mujer miraba con rostro severo a quien le hacía la foto. Su vestido era de campesina, pero adornado con bordados florales que lo hacían más alegre, como de fiesta. Se parecía al que Laura llevaba puesto, salvo por la cofia blanca de la muchacha, quien había buscado un aspecto más antiguo para su disfraz.
- Estaba loca - dijo Tiffany a sus espaldas -. Eso me dijo Suzie.
Laura echó un último vistazo a la foto. En verdad aquel semblante le ponía los pelos de punta. Reconocía que Gwen había sido una mujer bastante atractiva, pero esa mirada que se le antojaba furiosa no parecía casar en absoluto con el resto de la estampa.
La joven dirigió su atención hacia su interlocutora, Tiffany. Llevaba un disfraz muy parecido, ya que todo el grupo había decidido ir de campesinas en Halloween. Aunque, al parecer, no todas habían entendido la base. Como siempre, Lena, Selma y Suzie tenían que ser la nota discordante y sus disfraces enseñaban bastante más carne de la que mostraban Tiffany y ella misma. Si fuesen un poco más mayores, Laura reconocía que estarían genial, pero con aquellos cuerpos a medio desarrollar de 14 años no terminaban de resaltar lo que supuestamente deberían.
- No tenían vestidos viejos en la tienda - dijo Lena, la más desarrollada de las tres y la única a la que le quedaba mínimamente bien el disfraz, y lo sabía.
- ¡La idea era hacerlo nosotras! - respondió Tiff, mosqueada.
- ¡Qué más dá! - dijo Lena - Total, no creo que hagamos nada aquí.
- Sí… - dijo Selma, molesta, aunque Laura no lograba adivinar si era por el ambiente o por los calcetines que estaba usando de relleno y que se descolocaban cada vez que se movía.
- No hay tíos buenos, son los mismo pardillos de siempre… ¿Seguro que tu hermano ha invitado a todo el mundo? - preguntó Lena a Suzie.
- Más le vale… Al menos los del equipo deberían haber llegado ya.
- ¿Por qué no le preguntamos? - sugirió Lena.
- ¡Qué dices! No sabe que os he colado a todas.
Laura echó una ojeada a su alrededor. La mayor parte de los asistentes eran compañeros de instituto. Había la típica mesa con cosas para picar, y una ingente cantidad de vasos de plástico se empezaban a acumular a un lado. De repente unas risas le hicieron desviar su atención a un grupo de chavales, poco más mayores que ellas, rodeando un barreño antiguo apoyado sobre una mesa de plástico. Parecía contener algún líquido en el que flotaban esferas rojizas. Uno de los chicos, que aún estaba seco, metió la cabeza en el barreño y, tras unos segundos, sacó la cara empapada mientras sus amigos reían.
- Otro que no lo ha conseguido - dijo alguien a su lado, casi susurrándole.
Era Brett, su prima. Laura se extrañó de que estuviese allí, pues nunca había encajado en las fiestas, aunque se alegraba mucho de verla.
- La pesca de manzanas - aclaró Brett -. Simboliza el paso al Otro Mundo. El agua representa el velo que separa los mundos. Quien consiga atrapar la manzana, ha llegado a traspasarlo.
- ¿Qué hay en el Otro Mundo? - preguntó Laura, casi sin darse cuenta.
- Hadas, espíritus… Seres de gran poder que no logramos comprender. Y nuestros antepasados.
Laura se quedó mirando a su prima, mayor que ella. Le encantaba oír aquellas historias de su propia voz. Brett era una tía genial, a su modo. Cuando eran pequeñas, solían ir juntas a todos lados, pero el instituto lo cambió todo.
- ¡Buh! ¡Espíritus, hadas! ¡Deja de presumir de trabajo, Brett! - dijo un chico del último curso que apareció como de repente - Si queremos saber algo más sobre brujas, ya sabemos a quien preguntar.
- ¡Eso si no terminan acusándote de una, bicho raro! - respondió otro de los chicos.
El equipo había llegado, y se habían parado donde estaban ellas, atraídos sobretodo por Lena y las demás.
- ¿Metemos la cabeza en el agua? Me ha entrado un calor de repente… - dijo uno, mirando a las muchachas con ojos golosos.
- Eso es una tontería - dijo Lena, radiante por recibir la atención de un chico mayor.
- Sí, es de críos - dijo Selma, a lo que los muchachos se rieron.
Se encaminaron al barreño seguidos por las amigas de Laura. Al llegar, los muchachos rodearon el recipiente, contaron hasta tres, y metieron a la vez la cabeza en él. A los pocos segundos fueron emergiendo con los rostros enrojecidos al aguantar la respiración. Uno de ellos había conseguido pescar una manzana, lo que fue celebrado con vítores por los demás.
- Ahora que los mayores lo hemos hecho, ¿queréis probar? - les invitaron.
Las chicas se miraron entre ellas, hasta que Lena tomó la iniciativa y metió la cabeza en el barreño, seguida por Selma. La primera estuvo poco tiempo, pero la segunda se mantuvo un poco más y, aunque había conseguido una manzana, había perdido en cambio uno de los pares de calcetines que quedaron flotando entre la fruta. Todo el mundo empezó a hacerles fotos entre carcajadas, ambas con el maquillaje corriéndose por la cara. Laura se sentía culpable por no apoyar de alguna manera a sus amigas, pero tanto ella como Brett y el resto del grupo no podían dejar de reír por lo ridículo de la situación, sobretodo cuando Lena cogió los calcetines de Selma, usó uno para limpiarse el maquillaje con una dignidad admirable, mientras le pasaba el otro a su legítima propietaria, enrojecida de vergüenza y sin saber si llorar de espanto o de risa.
- ¡Arriba las peques! - vitoreó el equipo, siendo coreado por el resto de asistentes.
Cuando todos se hubieron calmado, Lena y Selma volvieron al grupo, ésta última mordisqueando la manzana.
- ¿Y vosotras a qué esperáis? - dijo Lena.
- No, yo paso - contestó Suzie.
- Yo también… - siguió Tiff.
Laura iba a declinar la invitación, pero alguien la empujó haciéndole dar un par de pasos adelante. Al girarse, creyó que había sido Brett, pero ésta se encogió de hombros como respuesta, desconcertada, y alguien seguía tirando de Laura, con fuerza pero sin brusquedad, hasta llevarla junto al barreño.
- ¡Laura! ¡Laura! - empezaron a corear Lena y Selma, y el resto de la sala las imitaron.
La muchacha echó un último vistazo a Brett, quien le sonreía desconcertada, y al chico que la había arrastrado, un estudiante a quien hacía tiempo que no veía por el instituto, y le estaba invitando a meter la cabeza con una sonrisa. Y eso hizo.
El líquido estaba más frío de lo que hubiese imaginado, pero abrió los ojos y buscó algún objeto rojo. Los destellos de luz de la sala parecían más tenues conforme hundía la cabeza en el barreño.
Pero Laura no lograba ver ninguna manzana. ¿Dónde estaban? Creía que la habían engañado. Además, el agua se tornaba más gélida por momentos cuando alguien metió las manos en el barreño, unas manos finas y pálidas que sujetaban una especie de paño, retorciéndolo bajo el agua.
Pensó que se trataba de una broma, que no quedaba más fruta y que estaba perdiendo el tiempo. Y el aire. De pronto, en el fondo del recipiente, distinguió una esfera rojiza. Laura notaba pinchazos en el pecho, pero acercó la cara al objeto redondo, rozando la pulida piel de la manzana con la barbilla. En un último esfuerzo, la joven hundió aún más la cabeza, sintiendo cómo se mojaba su cuello hasta la nuez. Las manos pálidas habían desaparecido.
Casi se había quedado sin aire cuando al fin sacó la cabeza del agua, sujetando con los dientes aquella manzana roja. Tardó unos segundos en aclararse su vista, pero le sorprendió notar que la sala estaba más oscura. Los invitados de la fiesta no eran más que sombras de rasgos pco definidos que se movían lentamente, como en slow motion. Todos, salvo una figura de semblante iracundo, que se perdía entre el gentío.
Laura trató de seguirla con la mirada, pero algo tiró de la manzana. Pestañeó de forma involuntaria y, al abrir los ojos, descubrió que la claridad había vuelto a la sala. Tiffany le había quitado la manzana de la boca, preocupada, como el resto de personas que la rodeaban.
- ¿Estás bien? - preguntó Suzie, visiblemente preocupada.
- Sí… - logró pronunciar Laura, en un susurro; estaba en el suelo, con la espalda apoyada en Brett y Lena - ¿Qué ha pasado?
- Has estado mucho rato con la cabeza metida en el agua. Cuando has salido estabas casi azul... - dijo el chico que la había arrastrado junto al barreño.
- Será mejor llamar a emergencias - dijo Suzie, sin dejar que el muchacho terminase.
- No, no hace falta… - dijo Laura.
Se incorporó con dificultad, pero cuando miró a Suzie, se quedó sin aliento al reparar en el parecido con su antepasada.
- ¡Que alguien llame a una ambulancia! - gritó alguien, pero Laura no supo quien.
Cuando recuperó la consciencia, unas sanitarias la estaban levantando para trasladarla en una camilla. Mientras la sacaban de la casa, vio a Suzie discutir con su hermano mayor. Un par de chicos estaban recogiendo el salón, pero la gran mayoría de personas se habían marchado de la fiesta.
La subieron a la parte trasera de la ambulancia, permitiendo que Brett la acompañase. Su prima se sentó a su lado, cogiéndole de la mano.
- Creo que he visto a la tía de Suzie - dijo Laura.
- Habrás visto sus fotos en el recibidor - contestó Brett con un respingo.
- No, la he visto al salir del barreño.
Su prima la miró perpleja, pero, de repente, abrió mucho los ojos, comprendiendo.
- ¿Cómo era? - preguntó en un susurro.
- Se parecía mucho a Suzie, pero estaba... ¿enfadada? Creo que usaba el barreño para lavar la ropa…
- Perdonad chicas - dijo una de las sanitarias, asomada a la puerta trasera de la ambulancia -, un compañero vuestro tiene un recado.
Asomado tras la mujer, el chico que le había empujado les sonreía con timidez.
- Te olvidas de esto - dijo, mostrando un objeto redondo.
La sanitaria le dejó pasar al interior de la ambulancia y el chico le tendió la manzana roja que había sacado del barreño, con la marca de la mordedura incluida.
- Vuestras amigas han ido hacia el hospital, menos Suzie. Su hermano le está echando la bronca por colaros en la fiesta.
- Gracias - dijo Laura, cogiendo la manzana.
- Espero que te recuperes pronto. ¡Nos vemos, chicas!
El joven salió de la ambulancia con un grácil salto, despidiéndose con un gesto de la mano de la sanitaria mientras ésta cerraba la puerta, y se marchó silbando. El vehículo se puso en marcha mientras Laura daba vueltas a su manzana.
- Hacía tiempo que no le veía. No recordaba que era tan guapo, ni tan majo - dijo Laura, más animada.
Por su parte, Brett se quedó mirando a su prima, contrariada al principio, y luego su propio rostro se fue empalideciendo.
- Sí, lo era… - susurró.
- ¿Qué quieres decir? - preguntó Laura, al detectar el tono ceniciento en la voz de su prima.
- Hace un par de años encontraron su cuerpo cerca de aquí, en el bosque. Dicen que se suicidó.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada